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8 de marzo de 2016

ARQUITECTURA DE ‘PIEDRA SECA’ EN LA IRLANDA PALEOCRISTIANA

ARQUITECTURA DE ‘PIEDRA SECA’ EN LA IRLANDA PALEOCRISTIANA

Por: Carlos Ossenbach fundador y presidente de OPB Arquitectos.

Durante los primeros siglos de nuestra era, Irlanda se dividió políticamente en una serie de pequeños reinos provinciales rivales presididos a partir del siglo VII por un ‘Gran Rey’ (‘High King’). Es entonces que se empieza a articular el concepto de un reino nacional.

De fundamental importancia en este desarrollo fue la introducción del cristianismo en Irlanda a partir del siglo V. La Crónica de Irlanda, una serie de anales eclesiásticos que registra eventos entre los siglos V y X, relata la llegada a Irlanda en el año 431 del obispo Paladio, enviado por el papa Celestino I, para dirigir a los irlandeses ‘que ya creían en Cristo’. Un año después llegó a las costas del sureste de Irlanda San Patricio (384-461), para extender la religión católica a toda la isla. Pudo realizar importantes conversiones dentro de las familias reales y, a través de las escuelas monacales, introdujo la palabra escrita (en latín). Las misiones de Paladio y San Patricio hicieron colapsar la vieja tradición de los druidas, que tuvo que ceder ante el empuje de la nueva religión.

Los eruditos cristianos irlandeses sobresalieron en el estudio del latín y el griego, que se preservó en Irlanda durante la temprana Edad Media, en contraste con el resto de Europa, que cayó en el oscurantismo después de la caída del imperio romano. Las artes de la ilustración de manuscritos, la metalurgia y la escultura florecieron y produjeron tesoros como el Libro de Kells y los miles de cruces talladas en piedra que todavía hoy adornan la isla. La misión de San Columba en el año 563 inició una tradición misionera irlandesa que durante los siguientes siglos llevó la religión y la cultura monásticas no solamente al resto de la isla, sino también a Escocia, Inglaterra y el imperio franco en la

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Europa continental, estableciendo monasterios y centros de enseñanza y ejerciendo gran influencia en el mundo occidental. Solamente en el condado de Kerry, en el suroeste irlandés, se contaban en el siglo VI más de 100 monasterios y ermitas, cuyas ruinas todavía adornan el agreste paisaje. La propagación del cristianismo por los primeros monjes y frailes originó la proliferación de abadías, iglesias rurales, y conventos a la vez que los primeros santos irlandeses ascendían a los altares. San Patricio, San Kevin y San Brandán, entre otros, se encargaron de fundar los primeros monasterios. Los inicios del cristianismo en la isla se distinguieron por el carácter monástico de su iglesia.

Las primeras construcciones se realizaron utilizando al técnico de la ‘piedra seca’, una mampostería de piedras labradas, colocadas y ajustadas una sobre otra e inclinadas hacia el exterior para facilitar la evacuación del agua, sin el uso de morteros, una técnica similar a la de la tumbas neolíticas. El condado de Kerry muestra una serie de notables ejemplos de esta arquitectura, de los cuales queremos destacar tres que sobresalen por ser construcciones sencillas, pero de gran belleza en sus escuetas líneas.

El Oratorio de Gallarus (en gaélico Séipéilín Ghallarais), situado en la península de Dingle, es la iglesia paleocristiana mejor conservada de Irlanda. Es una construcción abovedada en la cual la forma de la construcción se asemeja a la quilla de un barco invertida. Se cree que el oratorio fue construido entre los siglos VI y VII, cuando comenzaron a consolidarse pequeños asentamientos monásticos en zonas remotas de Irlanda. Está situado sobre un cerro que domina el puerto de Ard na Caithne. La forma del oratorio deriva de su construcción según el principio de la falsa bóveda, heredado de los constructores de tumbas neolíticas. Sus muros, de más de un metro de espesor, fueron construidos sin mortero y son un magnífico ejemplo de la arquitectura en ‘piedra seca’.

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Las piedras están cortadas y talladas en todos sus lados y presentan una superficie exterior suavemente acabada que sigue la pendiente de la pared. Dos aberturas perforan el muro de piedra arenisca: en el lado oeste un paso adintelado sirve de acceso, mientras que en el lado opuesto una pequeña ventana, rematada en un falso arco, permite una tenue iluminación del espacio sagrado. Internamente, el oratorio mide únicamente 4,65 por 3,10 metros. El acceso tiene una altura libre de 1,67 metros, con un dintel plano sobre el cual sobresalen dos piedras horadadas, posiblemente para soportar una puerta de madera.

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Un cúmulo de piedras que se encuentra frente al costado norte de la edificación, adornado por una columna tallada que muestra una cruz, hace suponer que el oratorio pudo servir también para ritos funerarios.

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Como la mayor parte de Irlanda, la zona sufrió los ataques de Vikingos y Normandos entre los siglos IX y XII, que arrasaron con los poblados en las cercanías de Gallarus y que llevaron posteriormente al abandono del oratorio.

La Fortaleza de Piedra de Cahergal, recientemente reconstruida, sigue la misma técnica de la ‘piedra seca’. Su nombre se deriva del gaélico An Chathair Gheal, ‘la ciudad luminosa’. Se considera que la fortaleza fue construida entre los siglos VI y IX. Tiene un diámetro de 25 metros y sus paredes tienen una altura de 2 metros en su costado oeste y de 3,75 metros en el costado este. Esta mayor altura en el este servía como protección de los vientos predominantes. Los muros tienen un espesor de 5 metros, formando terrazas hacia el interior del fuerte. La puerta de acceso adintelada mira hacia el sureste.

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En el interior del fuerte se conservan los restos de una vivienda circular, también construida en piedra, de aproximadamente 1 metro de altura. La fortaleza contenía también otras estructuras de madera. Sirvió como albergue y defensa para la tribu y su ganado frente a ataques de depredadores durante las noches en tiempos de paz, y cumplió también fines militares, como punto defensivo durante las frecuentes luchas entre los clanes y las tribus irlandesas. Por sus dimensiones, se supone que la fortaleza fue la residencia de un importante caudillo local.

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El espectacular conjunto en sí, y el contraste de la piedra con el verde suelo, no dejan a nadie indiferente.

De los tres ejemplos de la arquitectura de ‘piedra seca’ en la Irlanda paleocristiana que hemos elegido, el más espectacular es sin duda el Monasterio de Skellig Michael, construido en el siglo VI en Great Skellig, la mayor de un grupo de islas situado a 16 kilómetros de la costa occidental del condado de Kerry. Su nombre proviene del gaélico Sceilig Mhíchíl, la ‘roca de San Miguel’ y se alza a 220 metros sobre el nivel del mar.
Construido en 588, durante seis siglos fue un centro importante del fenómeno monástico temprano en Irlanda. El monasterio se encuentra en la ladera sur de la elevación nororiental de la isla. Se accede a él a través de una escalinata con 270 escalones directamente tallados por los monjes en la roca.

La tradición local atribuye la fundación del monasterio a San Fionan, que vivió alrededor del año 500. Es uno de los monasterios más remotos de todo el mundo cristiano. La situación de Skellig Michael, separada de Irlanda por unas aguas frecuentemente agitadas, ha desalentado siempre a los visitantes, por lo que el lugar se conserva excepcionalmente bien.

La vida de los monjes del monasterio era muy espartana, en concordancia con el ideal de ascetismo perseguido por los primeros cristianos de Irlanda. Pueden verse las seis chozas cónicas de piedra o clochans donde vivían, así como dos oratorios. Las chozas tienen una bóveda en forma de colmena, construida sobre una base rectangular. Una de las seis celdas originales ha colapsado. La mayor, designada como celda A, tiene un espacio libre de 4,80 por 3,0 metros, con paredes de 1,80 metros de espesor, y con una altura interna de 5 metros, de los cuales los primeros 1,50 metros son verticales, antes de dar paso a la inclinación de la bóveda. Algunas de las celdas tienen piedras que sobresalen en la parte alta de las paredes internas, sugiriendo un segundo piso de madera.

El mayor de los oratorios mide 3,60 por 2,40 metros, y el pequeño 2,40 por 1,80 metros, con alturas de 3 y 2,40 metros; respectivamente, y paredes de 1 metro de espesor. La antigua iglesia se encuentra casi totalmente en ruinas, habiendo colapsado el muro de retención que la sostenía.

Además de los edificios, el sitio contiene acueductos y cisternas, senderos y escaleras de piedra y una pequeña letrina en forma de colmena. Las construcciones se realizaron con sumo cuidado para que el agua de lluvia no se filtrara a través de las piedras. Los monjes construyeron también terrazas de cultivo alrededor de sus asentamientos.

Recientemente un equipo de arqueólogos ha descubierto la existencia de otro asentamiento, casi inaccesible y probablemente para una única persona, en el pico más alto de la isla.

El monasterio de Skellig Michael sobrevivió a varias incursiones vikingas en el siglo IX, especialmente en 823. Alrededor del año 1000 fue significativamente ampliado. Se reformó uno de los dos oratorios para convertirlo en una capilla dedicada a San Miguel Arcángel. Al parecer, la comunidad monástica de Skellig Michael nunca fue muy grande: probablemente constaba de unos 12 monjes y un abad. Se cree que su dieta se componía de pescado y marisco obtenido en la costa de la isla, hortalizas y huevos de aves marinas. Con menos terreno arable para cultivar cereales, las huertas se convirtieron en un elemento clave de la vida monástica.

A partir del siglo XII, el cambio climático conocido como la ‘Pequeña Edad de Hielo’ hizo aún más dura la vida en el lugar. Era imposible residir en la isla durante todo el año, así que los monjes la abandonaron y se trasladaron al monasterio agustiniano de Ballinskelligs, en la cercana costa irlandesa, para no regresar jamás.

A partir de 1500, Skellig Michael se convirtió en un destino popular para peregrinaciones anuales, pero ya no tenía habitantes permanentes. En el siglo XIX la isla fue nuevamente habitada tras levantarse allí dos faros, controlados por fareros que se turnaban periódicamente. El segundo faro, aún hoy activo, fue remodelado en el año 1960 y automatizado en el 1980.

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Recientemente, se han impuesto restricciones al acceso de turistas, ante el temor de que su elevada afluencia pueda dañar el conjunto (especialmente los antiguos escalones de piedra que conducen a la cima), y se están considerando procedimientos alternativos que permitan la conservación del lugar al mismo tiempo que las visitas turísticas.

Junto con su hermana pequeña, Little Skellig, Great Skellig es una importante reserva natural. Ambas Skelligs albergan importantes poblaciones de aves marinas (alcatraz atlántico, fulmar, gaviota tridáctila, alca, arao común y frailecillo). El paíño europeo y la pardela también anidan en gran número.

Como curiosidad merece citarse que en septiembre de 2015 se filman en esta isla algunas escenas de Star Wars – Episodio VIII. También se rodó la escena final del episodio VII, The Force Awakens.

En 1996, el complejo monástico de Skellig Michael fue incluido en la lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco. La declaratoria dice, entre otros criterios culturales, que …el sitio posee un valor universal por tratarse de un excepcional, y en muchos aspectos único, ejemplo de un asentamiento religioso temprano deliberadamente ubicado sobre una roca piramidal en el océano, preservado gracias a su remarcable entorno natural. Ilustra, como ningún otro lugar, los extremos de un monasticismo cristiano muy característico del norte de África, Oriente Próximo y Europa.

Categoría: Arquitectura
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